Metrópolis, el juego de rol: la ciudad en vertical y sus dualidades

Las distopías recrean sociedades del futuro a menudo controladas por un régimen totalitario y en las que normalmente abundan los avances tecnológicos, partiendo siempre de la comparación entre dos realidades que se generan por la existencia de desigualdades de diverso tipo; es lo que se conoce como dualidades.

Pues bien, la historia de la que parte el juego de Metrópolis, el juego de rol recrea un universo distópico plagado de dualidades, muchas de las cuales son creadas a través de diversas metáforas que sin duda parten del espacio, del escenario en el que se desarrolla la historia presente en el juego.

Y es que si nos fijamos en la arquitectura de la ciudad, en la forma en la que están dispuestos los edificios, veremos que es una ciudad vertical formada por varias plantas, de arriba a abajo. Sobre la tierra, en la superficie, tenemos el Solario, el nivel donde viven aquellas personas pertenecientes a la clase alta o élite, personas que desempeñan diversas profesiones como policías, científicos o médicos. Por otro lado, en el nivel situado bajo tierra, el Utopio, se encuentran las casas donde viven los trabajadores, la clase baja, que son principalmente los operarios que producen lo necesario para que la ciudad a la que ilumina el sol funcione bien.

Además, existe otro nivel intermedio, el Nultero, en el que se sitúan las máquinas y las inteligencias artificiales con las que trabajan los de abajo, nivel que refleja la enorme brecha que hay entre las dos clases, una especie de puente infranqueable.

Pero es que esto no se queda ahí, ya que hay incluso un cuarto nivel, la Antika, del que casi nadie sabe su existencia, y que tendréis que descubrir cuando juguéis.

Esta disposición no es aleatoria, ya que los elementos verticales siempre evocan el poder y la resistencia a la gravedad, en el sentido de imponer algo a otras personas porque sí; esto lo vemos en la historia, ya que solo los de arriba pueden disponer el espacio en el que van a vivir los demás, atendiendo a un supuesto equilibrio.

Como vemos, la jerarquía social se representa a través del paisaje urbano, ya que además de la disposición por niveles nos encontramos con que mientras más altos y decorados sean los edificios, más poder y riqueza reflejan, siendo el edificio de gobierno el más alto y de forma más icónica; tiene que serlo, puesto que es el edificio central de la metrópolis, la representación del poder, el mejor iluminado.

Sin duda, la forma en la que está organizada la sociedad del juego se basa en lo que comúnmente se denomina una distopía social, ya que en contraste con el nivel superior tan opulento, tan idealizado, nos encontramos con que en la ciudad que hay bajo tierra todos los edificios son iguales, sin detalles que los distingan, sin decoración, construidos con el único fin de ser útiles, no para ser admirados como los de arriba. La banalidad de estos edificios refleja la monotonía de la vida de los trabajadores, una forma de vida mecánica, repetitiva, reiterativa.

Y es que a medida que nos adentremos en el universo del juego, veremos como esta dualidad de los espacios urbanos opuestos que refleja la gran brecha social que hay en la ciudad la encontraremos en todos sitios, incluso en el monorraíl, en el que también se verá con claridad quién tiene la suerte de venir de arriba y quién es un trabajador que no se merece nada, aunque en este caso la diferencia se manifieste entre la parte de atrás y la de delante.

Te animamos a adentrarte en la ciudad y descubrir todo lo que la convierte en una distopía plagada de dualidades, que encontrarás hasta en los detalles más insignificantes. Como venimos diciendo, no pierdas de vista todas estas dualidades, serán útiles para que tu personaje sobreviva o para crear la historia si tu labor es la de narrar.

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