La verdad es que Jane Austen no es muy desconocida que digamos o, al menos, no lo son sus novelas, sobre todo algunas como Orgullo y prejuicio o Sentido y sensibilidad y sus empalagosas (en mi opinión, por supuesto, porque habrá por aquí amantes de los subidones de azúcar) adaptaciones hollywoodienses.

Sin embargo, hoy os voy a hablar de una obra desconocida o muy poco conocida, una que escribió cuando solo tenía quince años.
Antes de nada, conozcamos algo sobre la vida de la escritora…
Jane Austen nació en Hampshire, Inglaterra, un 16 de Diciembre de 1775. Su padre era párroco en Steventon y tenía seis hermanos y una hermana mayor llamada Cassandra. Cuando contaba con 8 años tanto ella como su hermana fueron enviadas a Oxford para ser tutorizadas por su tía, pero al contraer la fiebre tifoidea regresaron a su casa y en 1785 fueron enviadas a una escuela de lectura solo por un año, debido a sus pocos recursos. Después de eso, Jane empezó a escribir sus novelas.
En 1801, tras la jubilación de su padre, se mudaron a Bath y un año después, tras una visita a Manydown Park, Jane rechazó una propuesta de matrimonio (la primera y la última) y nunca se llegó a casar.
Tres años después de este incidente, su padre muere y las deja casi en la pobreza. Aunque los hermanos les ayudaban, la vida no les resultó nada fácil y fueron mudándose de una casa a otra hasta que consiguieron asentarse. Fue entonces cuando Jane empezó a publicar sus novelas: Sentido y sensibilidad en 1811, Orgullo y prejuicio en 1812 y Mansfield park en 1814, todas con un gran éxito de ventas debido a que suponían un fiel retrato de la sociedad de la época con dosis de humor y crítica social.
No obstante, su carrera terminó poco después, ya que cayó gravemente enferma y murió en 1817. Pese a ello, gracias a la labor de sus hermanos, ese mismo año se publicaron dos obras más: Persuasión y La abadía de Northanger.

Juvenilia, un volumen con mucha historia
Sin embargo, no vayamos más allá; como he dicho antes, os voy a hablar de una obra que nadie conoce y que poco se parece a sus novelas más conocidas, aunque sí coinciden en los grandes toques de humor. Se trata de Historia de Inglaterra, (The history of England en su título original) una obra satírica en la que realiza una parodia de la historia de Inglaterra, centrándose en los textos de algunos de los tediosos libros de historia que debía aprender de pequeña, como La historia de Inglaterra que escribió Oliver Goldsmith de 1771, que exactamente se titula The History of England from the Earliest Times to the Death of George II.
Su «Historia» fue publicada junto con otros escritos de su juventud en un volumen llamado Juvenilia, y es una obra en la que realiza una lista de los reyes de Inglaterra por orden cronológico. Habla de un gran número de monarcas, desde Henry II hasta Charles I, centrándose principalmente en las mujeres como Ana Bolena, Jane Grey, Mary Reina de los Scots o Elizabeth I.

Pese a incluir eventos históricos, eso sí, sin una sola fecha, la obra está llena de bromas y opiniones tanto de ella como de sus familiares y amigos.
Ella ya lo advierte en la página del título, donde aclara que la obra está escrita «por una historiadora parcial, ignorante y llena de prejuicios».
Aunque consta tan solo de 36 páginas manuscritas, parodia con gran maestría la objetividad de los libros de historia y se ceba con algunos de los eventos más ridículos de la historia de Inglaterra, exagerando de manera cómica las debilidades monárquicas. Por ejemplo, de Edward IV dice:
Este monarca fue famoso solo por su belleza y su valentía, como podemos ver en su dibujo, su impertérrito comportamiento al casarse con una mujer que estaba comprometida con otro, son suficiente prueba de ello.
Y dice «dibujo» porque la obra también incluye 13 ilustraciones hechas por su hermana Cassandra en las que tanto reinas como reyes aparecen con vestimentas un tanto ridículas.


En las ilustraciones podemos ver al desgraciado Edward IV y a la reina Elizabeth I, de la que habla de la siguiente forma:
Fue particular infortunio para esta mujer tener malos ministros, pues siendo como era perversa, no pudo haber cometido tamaña tropelía si no se hubieran confabulado hombres tan viles y depravados y no la hubieran animado en sus crímenes (…). Pero, ¡oh! qué ciegos deben de estar tales escritores y tales lectores al verdadero mérito, al mérito despreciado, ignorado y difamado, si son capaces de persistir en esas opiniones una vez que mediten que esos hombres, esos hombres tan cacareados, fueron escándalos tales para su país y su sexo que asistieron a la Reina y le permitieron confinar por espacio de diecinueve años a una mujer, que si no valieran las protestas del mérito y parentesco, al menos como Reina y como quien se dignó a depositar en ella su confianza, tenía todos los motivos para esperar asistencia y protección.
En fin, en la obra no deja títere con cabeza. Es muy breve así que, si os gusta la historia, leérosla; no tiene desperdicio alguno. Y, por cierto, la ilustración que encabeza este artículo pertenece a Pseudónima. Escribiendo en femenino, nuestro juego de literatura protagonizado por autoras de todos los tiempos y lugares.